Mi primer viaje sola , FIN DEL VIAJE..
En el capitulo anterior les decía
que descubrí cosas tan sencillas como la afinidad con otras personas, en el
pasado me relacionaba con muchas que no eran de mi completo gusto pensando que
yo era la “rara”, posiblemente lo era, solo que finalmente me había topado con
otros raros algo asi como degustar tu plato preferido en un menú de humanos, y
para entonces que gratificante se sentía la valentía de haberlo dejarlo todo
para irse..
Arrepentida? Ni loca!
El mundo no es tan peligroso como nos quieren hacer creer,
también está lleno de gente buena que te quiere ayudar cuando lo necesitas.
La realidad es que te puede pasar algo malo a una cuadra de tu
casa o a 10.000 km de ella. Por eso, no hay que dejar vencerse por el miedo y
empezar a disfrutar la vida.
Viajar es descubrir que
todos están equivocados sobre lo que dicen de los otros países.
Me decían que se me iba hacer difícil hacer amistades, nada más
fuera de la realidad..
Viajando solo nunca estarás solo, vas a conocer muchos viajeros en
el camino que andan en la misma onda que tú, o residentes que estarán felices
de conocerte.
Ahí estaban Claudia y Andrés que me adoptaron como hija en este
viaje que finalizaba un mes después en el calafate, en medio de la Patagonia
argentina, a un paso de tierra del fuego.
Entre las fotos estamos en uno de nuestros mejores momentos.
Cuando me presentaban el famoso submarino de leche y chocolate y yo volvía a mi
niñez por unos minutos..
Es allí donde sale a flote otro de los encantos de esta forma de
viajar, tus habilidades sociales si antes no han sido tan buenas se van a
incrementar porque te verás tentado a propiciar conversaciones, a compartir con
los demás y hasta a cambiar un poco tus planes en medio de la ruta porque
alguien te habló de un nuevo lugar y planearon visitarlo juntos.
Créeme que en el momento que
te atreves a dar el paso de emprender un viaje de este tipo al regresar ya no
serás el mismo, no sé muy bien el porqué -aunque me lo sospecho- pero es como si todo tu
interior sufriera una revolución positiva de crecimiento sin igual.
No digo que la decisión que
tomes luego de ese tiempo de reflexión sea la mejor pero generalmente termina
siendo la acertada pues fue producto de un tiempo de introspección fuera de lo
cotidiano donde sólo tu “yo” en el medio de una montaña o caminando por las
calles de alguna ciudad te dio la respuesta.
Qué espléndida laguna es el
silencio,
allá en la orilla una
campana espera
pero nadie se anima a hundir
un remo
en el espejo de las aguas
quietas.
Mario Benedetti.
Mi decisión después de ese viaje no fue la correcta, porque no
quería irme, no quería volver y en el fondo lo sabia, pero le di
importancia otras cosas, aunque no tarde
en darme cuenta del error, la revolución en mi interior ya era un hecho. Y para
entonces ya tenia el síndrome del viajero.
La sensación de libertad que sientes al poder
improvisar durante el viaje, de tomar tus propias decisiones sin tener que
rendirle cuentas a nadie ni llegar a un acuerdo de dónde comer, qué ver, etc,
es indescriptible.
Pocas veces dentro de la cotidianidad nos dejamos
llevar por nuestro instinto y emociones, bueno pues viajando solos esto cambia
y ahí sí que la rutina o los planes se quiebran por completo, la capacidad
de improvisación aumenta.
Nos da
ese airecito fresco que necesitamos en determinado momento de nuestras vidas y
a veces se vuelve nuestra vida.
Aquí había
terminado mi viaje, el viaje que abrió la puerta de muchos otros..
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